¿Quién soy?
Cómo he legado y por qué puedo ayudarte
Antes de adentrarme en el mundo de la consultoría en comunicación política e institucional, dirigí departamentos de comunicación en instituciones públicas durante más de una década. Anteriormente gestioné mi propia empresa de comunicación, donde me especialicé en los clientes de la administración pública. Esta etapa previa me dotó de una profunda comprensión de la comunicación política, del sector público y de las organizaciones.
A menudo sentía que la comunicación institucional se centraba demasiado en la agenda de los líderes y en actos que poco o nada interesan a la ciudadanía.
A pesar de mi pasión por el trabajo, me veía atrapada en un ciclo de estrés, largas horas de trabajo bajo presión y constantes crisis de comunicación, lo que me llevó a reflexionar sobre la necesidad de reinventar mi enfoque profesional hacia uno que realmente conectara con las personas y sus necesidades.
Tras años observando cómo mensajes valiosos se perdían en el ruido o no lograban el impacto deseado debido a estrategias obsoletas y una excesiva dependencia de los medios tradicionales, decidí emprender mi propia consultoría.
Este paso no fue sólo una respuesta al estrés y la presión del día a día, sino también la necesidad de desarrollar una nueva forma de comunicar que priorizara el entendimiento y la conexión con las personas, más allá de la simple transmisión de información.
Este fue el inicio de un viaje hacia la transformación de la comunicación política e institucional en algo con sentido y mucho más efectivo.
El principio de mi aventura en la consultoría estuvo marcado por un torbellino de emociones y dudas. A pesar de mi experiencia y conocimiento del sector, enfrentarme sola a los retos del emprendimiento digital trajo consigo incertidumbres y temores. ¿Cómo superar la resistencia al cambio inherente en la política y en las instituciones públicas?
Estas preguntas rondaban mi mente constantemente. Además, me preocupaba cómo trasladar las estrategias de comunicación ya probadas del sector privado al ámbito público sin perder autenticidad o caer en la superficialidad. La presión de demostrar que mi enfoque innovador podría transformar la comunicación política e institucional suponía una responsabilidad añadida en un entorno donde los recursos son a menudo limitados y donde existe una gran resistencia al cambio.
Estaba decidida a cambiar la comunicación institucional, lo que requería interminables horas de estudio e investigación, buscando formas de aplicar estrategias de marketing digital al ámbito público. A pesar de mi dedicación, los resultados tangibles tardaban en llegar. La sensación de que el tiempo y el esfuerzo invertidos en mi formación no se reflejaban en un avance real, me llevó a cuestionar si el camino elegido valía la pena.
Esta fase estuvo marcada por la frustración y el cansancio, no solo por los obstáculos externos, sino por el agotamiento mental de intentar romper moldes tradicionales sin el apoyo esperado. Fue un periodo donde la pasión por mi trabajo chocaba con la dura realidad de la resistencia al cambio, e incluso me planteé renunciar y volver al terreno seguro, ese que ya conocía pero que no me convencía.
Pero un día descubrí la metodología que aplicaba con éxito el sector comercial: el inbound marketing. Este método, que atrae al público mediante contenido valioso y relevante, se mostraba como la clave para transformar la comunicación institucional.
De repente, todas las piezas del rompecabezas comenzaron a encajar: podía utilizar estas estrategias para mejorar la comunicación de las instituciones con la ciudadanía y para construir relaciones auténticas y duraderas.
Este momento de revelación cambió todo. La perspectiva de aplicar estas tácticas al mundo de la comunicación política e institucional me proporcionó una dirección concreta y una nueva razón para seguir adelante.
Comencé a aplicar las tácticas de inbound marketing al ámbito de la política y las organizaciones, transformando la comunicación en una relación más personalizada y directa con la ciudadanía.
Por primera vez, era posible medir el impacto real de las campañas y ajustarlas en tiempo real, basándose en datos concretos en lugar de suposiciones. Todo ello produjo un aumento significativo en la interacción ciudadana y en la confianza hacia las instituciones con las que trabajaba.
La satisfacción de ver cómo mi trabajo empezaba a generar un cambio tangible y positivo en la forma en que las instituciones se comunicaban con su audiencia fue inmensa. Este periodo consolidó definitivamente mi creencia en el potencial del marketing digital aplicado a la comunicación pública.
Los cambios implementados comenzaron a reflejarse no sólo en las métricas de comunicación, sino en la percepción misma de las instituciones por parte de la ciudadanía. Lograr este hito fue el resultado de años de trabajo persistente, aprendizaje y adaptación a los retos que surgían en el camino.
Las victorias, que inicialmente parecían pequeñas—como el aumento en la interacción en las redes sociales o el feedback positivo de la comunidad—, se convirtieron en logros significativos, marcando un antes y un después en la forma en que las instituciones públicas se relacionan con sus ciudadanos.
Este éxito reforzó mi reputación como consultora y me brindó una profunda satisfacción personal, porque es un recordatorio constante de que, con la estrategia adecuada, es posible transformar la comunicación institucional en una herramienta poderosa.
Mirando hacia el futuro, el camino está lleno de nuevas metas y desafíos ambiciosos. Tras haber logrado la aplicación de estrategias de marketing digital para la comunicación política e institucional, continúo buscando formas de perfeccionar y adaptar los métodos que funcionan en el sector comercial a la comunicación pública.
Comparto mi conocimiento y experiencia con instituciones y otros profesionales, contribuyendo a la transformación del sector. Además, sigo explorando nuevas tecnologías y plataformas para mejorar aún más la interacción entre las instituciones y la ciudadanía.
Este nuevo capítulo de mi carrera está marcado por la convicción de que existen nuevas formas de comunicar, y por el compromiso de ayudar a construir sociedades más informadas y conectadas.
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