Charo Toscano
Consultora de Comunicación

Papa Francisco, un líder para los no creyentes

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp

Jorge Mario Bergoglio es un hombre singular. El primer papa latinoamericano y jesuita de la historia no deja a casi nadie indiferente, imponiendo un nuevo estilo de liderazgo que está marcando la actual etapa de la Iglesia Católica. Habla casi de todo, y comunica no sólo con palabras. Sus gestos y sus hechos han roto moldes y son potentes mensajes de la persona que representa a la institución con más seguidores del planeta, 1.300 millones de fieles.

Las redes sociales y un nuevo modelo de relación del pontífice con los medios de comunicación están potenciando el liderazgo del papa Francisco dentro y fuera de la iglesia, a escala mundial. El día que el cónclave lo eligió papa, hubo más de 7 millones de tuits. En diciembre de ese mismo año, Time ya lo nombró “Persona del Año”. También ha sido portada de otras revistas mundialmente conocidas, como Vanity Fair y Rolling Stone; es protagonista de documentales como “Hombre de Palabra” y el “Papa Rebelde”, y la película argentina “Francisco, el padre Jorge” (2015) muestra la biografía del hombre que supo ganarse el cariño de miles de feligreses y el respeto de las autoridades eclesiásticas.

Vatican News

Las transformaciones sociales y tecnológicas obligan al Vaticano a adaptar su comunicación y a rediseñarla, creando una Secretaría de Comunicación que ha unificado los canales de radio, prensa y televisión bajo una misma web. El portal Vatican News es la respuesta a las transformaciones digitales, permitiendo un identidad online bien definida y una comunicación más efectiva que lance un mensaje único y claro a los creyentes.

Una de las principales aportaciones de Francisco es una relación abierta y fluida con los periodistas. Jordi Évole lo entrevistó hace tan sólo dos semanas en la Sexta, un canal considerado progresista. La propia entrevista en sí misma ya es un acontecimiento. La expectación era muy alta (cuatro millones de espectadores) y las reacciones han sido de todos los gustos y colores.

Con gran destreza dialéctica, el pontífice se metió en honduras en algunos asuntos; pronunció conmovedoras palabras como “el mundo se olvidó de llorar” para referirse a los refugiados; y en otros temas, a los que debe dar respuesta doctrinal y jerárquica, pasó de puntillas, sin que se le pudiera coger en un renuncio.

Sus dotes de comunicación son impresionantes. Pocas veces vamos a ver a un papa hablando de inmigración, de pobreza, de abusos sexuales, de periodismo, de homosexualidad, de feminismo, del aborto, de las prostitutas, de la memoria histórica, de las guerras, de la curia romana, de cotilleo…. Críticas aparte hacia una figura que a veces parece entusiasmar más a los no católicos que a muchos creyentes, el papa se mostró como un líder carismático que se mueve entre el progresismo y la ortodoxia del dogma moral y teológico.

“Quien levanta un muro termina prisionero del muro que levantó”. Esta frase fue un sonoro toque de atención a los partidos antiinmigración de toda Europa, a quienes recomendó que “lean el Evangelio” y sean “coherentes”. A Vox, un partido que se define como católico, no le han sentado nada bien estas palabras y tampoco lo disimula. Santiago Abascal, quien nunca se había querido pronunciar a favor del papa pero tampoco en contra para no ofender a su electorado, ahora se refiere a él como “ciudadano Bergoglio”.

Marketing eclesial

2.000 años de antigüedad han sido posibles porque la iglesia es una institución que ha sabido adaptarse a cualquier estructura social, política o económica, manteniendo su mensaje prácticamente inalterable. Siguiendo los principios del marketing comercial (primero fue la iglesia y luego el marketing) su éxito radica en identificar las necesidades de la población y ofrecer un producto (un discurso y una doctrina) que apela directamente a las emociones del creyente.

La elección del papa Francisco es la respuesta que ofrece la iglesia en un momento en el que se ve comprometida por los escándalos de abusos sexuales. Los cardenales optan por una persona con un discurso altamente emocional y sencillo, repleto de imágenes mentales y de asociaciones simples. Sus señas de identidad son la austeridad y la humildad como pusieron de manifiesto las acciones que adoptó en sus primeros 100 días de mandato, periodo considerado clave para construir la imagen de cualquier dirigente.

Decisiones de alto contenido mediático y cargadas de simbolismo como la adopción del nombre Francisco (en referencia a San Francisco de Asís), vestuario austero sin los clásicos zapatos rojos, coche descapotable en sus desplazamientos, un lenguaje más cercano, el uso preferente de la oración en todos sus actos públicos, rechazar el trono en el que se sentaban los pontífices por uno de madera y escoger como vivienda habitual la residencia de Santa Marta en lugar del lujoso Palacio Apostólico del Vaticano han logrado construir la imagen de un líder carismático y sencillo.

Otro aspecto que destaca en la comunicación del papa Francisco, además de una cercanía desconocida hasta ahora en un pontífice, es la coherencia sostenida en el tiempo desde su época en Argentina hasta la actualidad. En un mundo cambiante y dominado por la imagen, pasar de la política de los gestos a la de los hechos le aportan un plus de credibilidad a su discurso que engancha tanto a los católicos como a los no creyentes. En las redes sociales, especialmente en Twitter donde cuenta con 20 millones de seguidores, ha encontrado un eficaz aliado para propagar su mensaje todo el mundo.

Su liderazgo y su carisma están fuera de toda duda. Falta por ver si además de la intensidad comunicativa será capaz de responder a las expectativas de cambio y renovación que se espera en una institución acosada por escándalos que afectan a su credibilidad.

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp

Suscríbete al Blog

Más artículos publicados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *