Charo Toscano
Consultora de Comunicación

Las ‘fake news’ pueden ser responsables de decisiones políticas dramáticas

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Habrán notado que desde el pasado 10 de julio recibimos marcados los mensajes e imágenes que son reenviados por WhatsApp. Con esta medida, la plataforma se ha visto obligada a reaccionar tras el linchamiento de, al menos, una docena de personas en la India, tras la propagación de falsas acusaciones de tráfico de niños y sustracción de órganos. Además, ha publicado anuncios en más de 30 periódicos de ese país en siete idiomas con consejos para combatir los bulos.

Las noticias falsas no son una novedad, y al contrario de lo que se cree, tampoco son producto de las redes sociales. Entre los episodios de la India y la matanza de frailes de 1934 en Madrid por bulos que les atribuían una epidemia de cólera, la diferencia es el canal de transmisión, que incide en la extensión y en la velocidad de propagación del rumor.

MALDITO BULO ESTÁ REALIZANDO UN INGENTE TRABAJO PARA DESMONTAR LOS BULOS

Lo que ahora se conoce como fake news son noticias intencionadamente falsas, engaños, trucos para viralizar e informaciones con una finalidad humorística o satírica. Los bulos de toda la vida. Las fake news más exitosas suelen ser las políticas: el papa Francisco apoyó la campaña de Donald Trump, Hillary Clinton era integrante de una red de explotación infantil y Obama no nació en Estados Unidos son tres ejemplos de bulos a escala internacional.

En España, el procés catalán ha inundado las redes sociales de basura informativa, desde la noticia falsa de que un policía nacional murió durante la jornada del referéndum del 1-O de un infarto debido al acoso de los independentistas hasta la enorme crisis de comunicación que recientemente ha vivido la marca de agua mineral Font Vella cuando comenzó a circular por internet un bulo que relacionaba botellas con un tapón amarillo con el apoyo de la compañía a los políticos catalanes encarcelados. La esquizofrenia derivó en un llamamiento al boicot a Font Vella, que se vio obligada a dar explicaciones. Los tapones rojos, naranjas, verdes y amarillos forman parte de la nueva colección #Font Vellalgers, que está funcionando desde julio del año pasado (antes del procés) y carece de significado político.

Las fakes news son un problema. La desinformación es responsable de decisiones personales, políticas y económicas que nos pueden llegar a afectar de manera negativa. Algunas pueden ser incluso dramáticas. Mucho se ha analizado ya sobre la incomprensible victoria de Donald Trump, y aunque ni de lejos puede atribuirse exclusivamente a la enorme distorsión de la realidad por la puesta en circulación de millones de mensajes falsos, a estas alturas tampoco cabe duda de que el fenómeno de la posverdad y las fake news, desarrolladas en una gigantesca echo chamber o cámara de eco, tuvieron una importancia decisiva.

La viralidad o rapidez en la propagación de los bulos es el gran secreto de las fake news que pocos parecen dominar. El artículo publicado en la revista Scientific American titulado Cómo las noticias falsas se vuelven virales: aquí están las matemáticas afirma que tres factores inciden en que las noticias se vuelven virales: la enorme cantidad de información que tenemos a nuestra disposición, el poco tiempo y atención que le dedicamos, y la estructura de las redes sociales. Un estudio de la Universidad de Indiana y otros anteriores relacionan nuestra limitada capacidad de atención con la expansión de información de baja calidad en las redes sociales.

Periodistas y líderes sociales y políticos de todo el mundo muestran preocupación por este fenómeno de desinformación que, sin ser una novedad, alcanza proporciones de extensión desconocidas debido a internet.

Las plataformas también han tomado cartas en el asunto. WhatsApp continúa con su cruzada contra la basura informativa, y a través de los premios WhatsApp Research Awards ofrece hasta 50.000 dólares a quienes presenten los proyectos originales más útiles para combatir la difusión de bulos.

Google y Facebook, que son las plataformas por las que más se distribuye este tipo de información, también se han puesto manos a la obra. En el caso de Facebook, el algoritmo privilegia lo que más consume la gente, que en muchos casos es contenido basura. Unido al escándalo de Cambridge Analytica y a la influencia de las fake news en las elecciones a la Casa Blanca, era vital para la compañía de Mark Zuckerberg una reacción. Tras varios intentos poco exitosos, ahora aseguran que han dado con la clave: reducir a la mínima expresión la exposición de los contenidos dudosos para evitar que los usuarios hagan clic en la notica.

Investigadores de Michigan y de Ámsterdam han desarrollado un algoritmo de detección de noticias falsas más eficiente que los propios humanos. Esta herramienta, basada en la inteligencia artificial, sin ser perfecta ha errado en el 24% de las ocasiones frente al 30% de los humanos. Sólo el tiempo dirá si su implementación en las plataformas digitales puede ser el principio de fin de las fake news.

Mientras tanto, la Federación Internacional de Periodistas, que agrupa a 600.000 comunicadores de todo el mundo, ha publicado una guía para identificar las fake news, evitar su reproducción y desmentirlas.

En España, Maldito Bulo está realizando un ingente trabajo para desmontar los bulos e impedir su propagación. A sus canales en redes sociales ha añadido un número de WhatsApp donde enviar y consultar cualquier información dudosa.

Seis claves para no tragarte ningún bulo, según Maldito Bulo:

1. ¿Quién lo publica? ¿Conoces el medio? ¿Está contando alguien más esta historia?

2. No te quedes en el titular, lee la noticia completa y juzga por ti mismo.

3. Muchas páginas satíricas no especifican que son de humor; mira el aviso legal.

4. Ojo con las citas falsas: si no tienen fuente ni fecha, no te fíes.

5. Hay alertas falsas: sigue cuentas confirmadas en las últimas noticias.

6. Hay medios especialmente sesgados: fíate de periodistas sobre el terreno.

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