Charo Toscano
Consultora de Comunicación

Periodistas robots

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¿Sabría distinguir una crónica futbolística escrita por un robot de otra firmada por un humano? La respuesta es no, según demuestran diversas investigaciones académicas. Y, de hecho, desde hace ya un tiempo leemos en medios de comunicación piezas periodísticas que no proceden de la pluma (o el ordenador) de un periodista, sino de robots. Son más rápidos, más precisos y tienen mayor capacidad analítica. De momento, la actualidad política sigue siendo interpretada por personas de carne y hueso, si bien la tecnología ya hizo su aparición en la última noche electoral madrileña con Sophia, la robot encargada de atender a los periodistas.

Los asistentes virtuales nos informan del tiempo y nos encienden y apagan la luz de casa. Ahora los robots, o sistemas de generación automática de contenidos, también pueden contar noticias sin la supervisión de un humano. No sorprende un nuevo caso de intrusismo en una profesión en la que históricamente podía ser ejercida por no profesionales. Lo inaudito es que la competencia proceda de los robots.

En España tienen nombre de personas, Gabriele y Leo. Y aunque por el momento no parezcan una amenaza, lo cierto es que se abren incógnitas a una profesión que ya vive su propio calvario desde hace años. Estos sistemas generadores de noticias no son exclusivos de nuestro país. Medios de comunicación y agencias de prensa de todo el mundo recurren desde hace años a la Inteligencia Artificial para crear contenidos y, de hecho, agencias como Bloomberg o Reuters ya producen un 30% de sus piezas informativas con este software.

La inteligencia artificial (IA) y el machine learning han creado softwares capaces de generar textos informativos. En milésimas de segundos, estos robots pueden crear informaciones con el número de caracteres que precise el cliente y con una riqueza lingüística muy notable.

Sophia fue la encargada de atender a los medios de comunicación en la noche electoral madrileña.
Sophia fue la encargada de atender a los medios de comunicación en la noche electoral madrileña.

Estos robots son extremadamente productivos y, en este aspecto, por ahora no tienen competencia. La agencia EFE difunde entre sus abonados mensualmente miles de noticias producidas por Gabriele. Este robot es obra de la empresa española Narrativa; redacta un millón de noticias al mes para 25 medios de comunicación de todo el mundo. En la nómina de clientes de Narrativa también figuran importantes diarios en idioma español: Sport, 20 Minutos, El Periódico, El Confidencial, El Español, Heraldo, El Independiente o La Información. Para cada uno de ellos, Gabriele produce noticias únicas y en tiempo real, que pueden ser desde la cobertura de partidos de la Europa League hasta cualquier liga federada de benjamines.

Leo, por su parte, ha nacido de LeoRobotIA y Dail Software, empresa especializada en IA y Procesamiento de Lenguaje Natural (PLN). Ambos robots redactan noticias a partir de datos fiables que proceden de fuentes de información públicas o de otras que ya están siendo utilizadas por los propios medios de comunicación. Siempre que los datos sean correctos, la información también lo será, por lo que a la velocidad de producción hay que añadir la precisión y la capacidad analítica de estas piezas.

Los campos a los que por ahora se circunscribe el trabajo periodístico de los robots son, fundamentalmente, las finanzas, la economía, el deporte, los resultados electorales, el tiempo y la lotería. El hecho de transformar tablas y estadísticas en textos informativos excluye a géneros periodísticos como el reportaje literario, la crónica política, judicial y de viajes, los sucesos y las entrevistas.

La presencia de la la inteligencia artificial en las redacciones es cada vez más constante.
La presencia de la la inteligencia artificial en las redacciones es cada vez más constante.

Ninguno de estos robots han “nacido” con la lección aprendida. De hecho, necesitan la ayuda de los humanos para aprender y para enseñarles a escribir como quiere el cliente. En el caso de Leo, introduciendo el libro de estilo del medio de comunicación en cuestión, la máquina ajusta su redacción a las normas de cada medio y, con los mismos datos, puede crear un número infinito de textos.

Estos robots son muy atractivos para los medios porque aportan rapidez, mejoran el posicionamiento SEO y cubren ámbitos a los que antes no se podía llegar, siempre que se tengan datos, creando un nuevo modelo de cobertura local. Y, por si no fuera poco, liberan a los periodistas de labores mecánicas y repetitivas para que puedan centrarse en temas más creativos que aporten valor al trabajo periodístico.

Visto así, parece que todo son ventajas. Sin embargo, los investigadores de la Universidad de Castilla-La Mancha, María José Ufarte y Juan Luis Manfredi, han preguntado a 145 periodistas por la calidad de una noticia de Appel redactada por Gabriele, y el análisis envía “señales contradictorias”. Los periodistas valoran de manera positiva la neutralidad, veracidad, sintaxis, concisión y coherencia de los hechos que se narran, pero consideran que la originalidad, variedad, estilo y ritmo son cuestionables y, por tanto, mejorables.

Esta investigación también demuestra que la Inteligencia Artificial aún no puede generar textos de naturaleza compleja o no predecible; tampoco puede escribir opiniones propias, ni inventar ni contribuir a crear opinión. El componente de psicología humana y de cercanía queda fuera del trabajo periodístico de los robots y, en estas circunstancias, los periodistas deben explotar su ventaja competitiva y su capacidad de raciocinio. Frente a la inmediatez y a la creación masiva, se aconseja a los periodistas una escritura reposada, reflexiva y que transmita emociones; relatos en los que los que prime la observación y la capacidad de discernir y expresar vivencias.

El desafío procede del hecho de que la Inteligencia Artificial no sólo sustituya la parte mecánica, sino que también consiga trasladar a la máquina la parte cognitiva del trabajo periodístico. Sin embargo, el hecho de que los robots necesiten a los humanos para aprender significa, a juicio de diferentes investigadores, que no existe un peligro real de extinción de la profesión, sino un proceso de cambios y ajustes por la incorporación de las máquinas como actores proactivos.

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