Charo Toscano
Consultora de Comunicación

Mujeres en política ¿iguales?

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os medios de comunicación acuñaron el término Blair’s Babes (las nenas de Blair) a las 101 mujeres del Partido Laborista elegidas miembros del Parlamento en las elecciones de 1997. El primer ministro Toni Blair se fotografió con la mayoría de ellas en las escaleras de Church House en Westminster, y la imagen tuvo una gran difusión. Algunas de ellas se pronunciaron contra lo que consideraron una trivialización de su victoria y por el apelativo de “babes”, considerándolo una etiqueta misógina que pretendía neutralizar la fuerza de las mujeres en política.

Las Blair’s Babes no son el único ejemplo de cómo el liderazgo de la mujer política está a menudo asociado al apoyo de un mentor varón, ni tampoco es el único problema al que aún se enfrentan las mujeres que deciden dedicarse a la política.

Empezando por la cuestión numérica, las desigualdades son todavía más que evidentes. Los datos muestran que la representación de las mujeres es aún insuficiente en todos los niveles de toma de decisiones del mundo. De los 193 países, sólo 22 mujeres ocupan el puesto de jefe de Estado (6%) o presiden un gobierno (7%), dos más que el año pasado. Un estudio de la ONU certifica que los avances en materia de género se han ralentizado, a pesar de alcanzarse los máximos en cuanto a la proporción de ministras (21,9%) y de mujeres parlamentarias (25,5%).

En relación a los gobiernos locales, los datos de 133 países muestran que las mujeres constituyen 2,18 millones (36%) de los miembros de los cuerpos deliberativos locales, y sólo dos países han alcanzado el 50%.

El objetivo adoptado internacionalmente en la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing (1995), considerado el plan más progresista que jamás ha existido para promover los derechos de la mujer, es lograr la participación política y distribución equilibrada del poder entre hombres y mujeres en la toma de decisiones. Sin embargo, la mayoría de los países del mundo no ha logrado el equilibrio de género, y son pocos los que han cumplido metas ambiciosas respecto de la paridad entre los sexos (50-50).

La situación varía por países. En Suecia y Países Bajos, las mujeres han logrado ocupar alrededor del 40% de los cargos políticos sin cuotas obligatorias en los partidos ni en el sistema político, aunque en ninguno de estos países una mujer ha llegado aún a ser primera ministra, mientras que en Chile, Brasil, Argentina o Costa Rica sí lo han conseguido.

En España se han producido avances reseñables. Durante el periodo constitucional, la representatividad de las mujeres ha ido en aumento. De las 18 mujeres en 1979, se alcanzó en 2019 el máximo histórico con 166 mujeres (47,4%), convirtiéndonos en el país más paritario de Europa por encima de la igualitaria Suecia y el quinto del mundo, según datos de ONU Mujeres. El récord duró poco, porque tras las elecciones del 10N de 2019 y el auge Vox la representatividad femenina cayó al 43,1% (151 diputadas).

Con José Luis Rodríguez Zapatero en 2004 tuvimos el primer gobierno paritario de la historia de España y en 2008 por primera vez hubo más mujeres (9) que hombres (8). El actual ejecutivo que preside Pedro Sánchez también es mayoritariamente femenino, con 12 mujeres (4 de ellas vicepresidentas) y 11 hombres.

Espacios de poder

La presencia de las mujeres en la política no puede, sin embargo, reducirse a una cuestión numérica. La participación femenina es necesaria en los espacios de poder, donde ejerzan capacidad de decisión y de transformación.

Un estudio de la Unión Interparlamentaria de la ONU realizado en 2008 pone de manifiesto que las mujeres demuestran liderazgo político al trabajar por encima de las divisiones de los partidos en grupos parlamentarios de mujeres, incluso en los escenarios políticos más agresivos. Además, defienden en mayor medida asuntos de igualdad de género como la eliminación de la violencia de género, la aplicación de licencias parentales y de servicios de cuidado infantil, leyes de igualdad de género o la reforma electoral.

A pesar de las evidencias, las mujeres parten en desventaja a la hora de participar en política, entre otras razones porque los medios de comunicación ofrecen menor atención y una cobertura diferenciada. Tras el nombramiento del primer gabinete de Pedro Sánchez, en el que había más mujeres que hombres, el diario ABC publicó el artículo “El guardarropa de las ministras de Sánchez” en el que realizaba un análisis de aciertos y errores de los estilismos de las ministras; este mismo diario publicó un artículo en el que se refería a las ministras del segundo gobierno de Zapatero como “batallón de modistillas”. En 2004, el primer gobierno paritario español llamó la atención de la prensa internacional y el diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung, llamó a las ministras “Las maniquís de Zapatero”.

Cuando Carme Chacón fue nombrada ministra de Defensa, algunos medios cuestionaron que una mujer embarazada pudiera acceder un puesto de alta responsabilidad (El Mundo: “lo ignora todo sobre un tema tan complejo como es la política militar, no podrá asistir durante muchos meses a las reuniones de sus colegas en la OTAN…”). Posteriormente se produce un gran revuelo porque aparece vestida de esmoquin (y exceso de maquillaje) en la Pascua Militar. Y también El Mundo publicó una imagen de Leire Pajín en bikini junto a otra retocada con Photoshop en la que mostraba cómo sería la ministra si hiciera dieta.

Estos son sólo un puñado de ejemplos desafortunados, pero la lista de informaciones en las que se destaca de la mujer política su vida personal, la edad, el estado civil o atributos físicos y personales es muy amplia. La doctora en Periodismo y Comunicación, Nuria Fernández-García, asegura que las diferencias de género en los medios de comunicación todavía son “significativas” y este tipo de coberturas “puede influir en las consideraciones de los ciudadanos sobre el papel de las mujeres en la esfera política y también en la probabilidad de ser votadas”.

El día que Justin Trudeau presentó en 2015 un gabinete compuesto por 15 hombres y 15 mujeres, un periodista le preguntó acerca de por qué un gabinete paritario era tan importante para él, y Trudeau respondió: “Porque estamos en 2015”. Desde entonces ha llovido y aún queda un largo camino por recorrer para que la presencia de la mujer en política sea en igualdad de condiciones en cuanto a número, responsabilidad y tratamiento por parte de los medios de comunicación.

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