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Razones por las que no podemos dejar de usar la psicología política

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¿Qué lleva a una persona a votar? ¿Cuáles son los procesos que se producen en el cerebro del votante para definir su voto? ¿Qué influye más, la ideología, el entorno o el marketing?… Las campañas electorales se libran en el cerebro del votante, según los expertos. Es la psicología política.

psicología política

La Universidad Internacional de Andalucía ha organizado un curso online de Experto en psicología y comunicación política e institucional para acercar esta realidad a profesionales que desarrollan su actividad en entornos de las campañas electorales y la vida de las instituciones. El psicólogo Daniel Eskibel participa como docente en este posgrado y es autor de un interesante trabajo, Introducción a la Psicología Política.

A través de sus páginas, el autor desarrolla su modelo para comprender, profundizar en su estudio e intervenir en el comportamiento electoral. Lo denomina Modelo de la Psicología Política y es fruto del trabajo de investigación y de la dilatada experiencia como consultor político.

Este artículo es un resumen de su trabajo que resulta una defensa de la aplicación de la psicología política a la campaña electoral. Eskibel intenta demostrarnos que la realidad del ciudadano tomando decisiones políticas es compleja y resulta de la interacción de muchos factores. Y, en consecuencia, la psicología debe estar presente la política para transformar las ideas en votos y en espacios de poder.

Respuestas

Todavía hoy la mayoría de los dirigentes políticos desconoce que en la psicología política pueden estar las respuestas a muchas de las cuestiones que surgen durante una campaña. Y mientas las campañas se suceden sin solución de continuidad, la psicología política todavía permanece relegada al ámbito académico, sin pisar la arena electoral. 

La idea central en la que basa su trabajo es que la clave de la decisión del voto está en el cerebro humano. Y todo lo demás (demografía, ideología, temas de agenda, comunicación, emoción…) es importante, pero pasa por el tamiz de la mente humana.

¿Por qué se elige a un candidato y se descarta a otro? ¿Cuándo se decide a quien votar? ¿Cuánto influyen los medios de comunicación, la publicidad, el entorno personal y las experiencias propias? ¿Se vota a un partido por ideología, por un tema específico o por el candidato?… La clave de aquello que ocurre en el cerebro cuando toma sus decisiones con respecto al voto se encuentra en la psicología política.

La definición el autor que nos ofrece sobre psicología política es la disciplina que estudia la toma de decisiones políticas y que surge en una zona de confluencia entre la psicología y otras ciencias humanas y sociales. Es esencial porque permite entender no sólo la psicología del votante (cuándo, por qué y cómo decide su voto), sino también la del político, y es además una herramienta para mejorar la comunicación política y hacer campañas electorales más efectivas.

Se trata de una disciplina científica que estudia la vida política a través de los procesos mentales del elector. Y, como ciencia que es, estudia, experimenta, analiza, investiga, formula hipótesis y obtiene conclusiones. Su aplicación en una campaña trasciende del plano teórico, es decir, de la comprensión de las razones por las que el votante toma su decisión del voto. Aplicarla sirve para planificar campañas estratégicas con mayor efectividad.

Decisión del voto

El cerebro humano es el campo de batalla en el que luchan los mensajes de los diferentes candidatos. Es allí donde se consigue la persuasión y donde se produce la decisión de voto. Desconocer, por tanto, cómo funciona el cerebro del votante equivale a cometer errores y a dejar escapar oportunidades.

Y el celebro funciona de una manera compleja. Los mensajes no llegan directamente al cerebro del ciudadano, sino que atraviesan una triple capa de filtros (medios de comunicación, redes de pertenencia social y la experiencia directa) y los descodifica en función de sus propios códigos. Y en base a toda esa información obtenida, el cerebro produce juicios acerca de los políticos. Tras una primera evaluación de la información disponible se produce una decisión política primaria que, posteriormente, será corregida o confirmada.

Se trata, por tanto, de un proceso en el que intervienen diferentes factores (ideología, ambiente, etc.) pero tamizados por el cerebro del votante y sus dinámicas psicológicas y psicosociales. Y se trata, además, de un proceso que no se produce exclusivamente en las campañas electorales, sino que se juega constantemente.

Percepción y realidad

Percepción y realidad son dos conceptos distintos. La percepción es una forma de representar la realidad, y depende de las capacidades perceptivas, de la personalidad, de las ideas, de las situaciones y de las emociones que se estén viviendo, entre otros factores. Por tanto, no percibimos los hechos propiamente dichos, sino versiones de los hechos.

En política, lo que impulsa las opiniones y las decisiones de los ciudadanos no es la realidad misma, sino la percepción que se ha formado de ella. Por tanto, lo que más importa es la percepción, y es ahí donde debe actuar la comunicación política de los partidos, y no sólo en periódico electoral.

Pero la percepción de un hecho no es siempre la misma. El cerebro guarda las percepciones, pero lo que archiva es una versión editada de las mismas, de tal manera que cuando un tiempo después recuerda el hecho por primera vez, lo que trae a su mente es la versión editada de la percepción, es decir, el recuerdo de su recuerdo.

Y además, lo lee a la luz de las emociones actuales y lo reconstruye. Por tanto, cada vez que se recuerda un “hecho”, realmente se está recordando el recuerdo reconstruido la última vez. Es decir, lo que el cerebro trae a su memoria es la última edición que hizo el cerebro la última vez que tuvo ese recuerdo.

Tras este razonamiento, cabe afirmar que la memoria política también es una recreación, y parte de la acción política debe estar destinada a facilitar la construcción de la memoria política por parte del electorado mediante un relato que se mantenga siempre vivo.

Emoción y razón

Los seres humanos tenemos tres cerebros en uno. En orden evolutivo son: el reptiliano (supervivencia inmediata), el límbico (emociones) y el neocórtex (razonamientos). Estos tres cerebros operan a la vez, y muchas veces desafinando entre sí.

Todavía en muchas campañas electorales se trabaja como si sólo existiera el cerebro típicamente humano, y sólo producen mensajes racionales, lógicos y argumentativos. Sin embargo, el votante castiga la frialdad intelectual y se deja guiar por la emoción.

El votante es un ser humano y, como tal, reacciona subjetivamente ante el político. Y esas emociones que siente ante cada político son vitales a la hora de decidir el voto. Pero la cantidad de emociones que puede sentir el votante ante un político no es infinita, sino que son las emociones básicas que cualquier persona puede sentir, porque están presentes en todas las culturas, y que el científico Paul Ekman ha identificado. Son siete:

  • Tristeza
  • Felicidad
  • Ira
  • Desprecio
  • Sorpresa
  • Repugnancia
  • Miedo

En una campaña electoral, los candidatos pueden transmitir cualquiera de estas emociones, y los votantes pueden también sentirlas. Por tanto, las campañas electorales también tratan de emociones, y la psicología política brinda la oportunidad de aplicar todos sus conocimientos para mejorar todos los aspectos, sobre todos aquellos referidos a la comunicación, la persuasión y el liderazgo.

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