Cuando Vox irrumpió en el Palacio de Congresos de Vistalegre el pasado 7 de octubre sorprendiendo con su inesperada demostración de fuerza, utilizó la canción No puedo vivir sin ti como reclamo para exaltar a un público eufórico. El cantante Coque Malla publicó en su cuenta de Twitter un corrosivo mensaje: “No sé si Vox España, el partido de ultraderecha que utilizado sin permiso (tienen perfecto derecho a hacerlo, qué le vamos a hacer) mi canción No puedo vivir sin ti en un mitin sabe que media España piensa que es una canción dedicada a la cocaína…”. Acompaña a este texto un vídeo en el que el cantante lanza un beso a los simpatizantes de Vox.
Besar puede expresar la pasión de dos enamorados, la dulzura de la madre hacia un hijo, un cariñoso saludo o, simplemente, afecto y amistad. Los besos son una expresión de amor y una manera de comunicarnos, aunque también son utilizados como un arma para la reivindicación y la lucha por la paz y la libertad. Y, de hecho, muchos políticos se han manifestado también con este gesto.
Los besos no sólo son un acto físico, y el por qué besamos responde a una combinación de factores biológicos, psicológicos y culturales. Algunas investigaciones apuntan a algo innato y otras a un acto aprendido. El psicoanálisis explica el origen de besar en el llamado reflejo de succión del bebé cuando nace.
Existen también diferentes estudios sobre sus beneficios. Besar a una persona fomenta sentimientos de apego y afecto, estimula positivamente el cerebro, se liberan hormonas como la oxitocina, responsable de la tranquilidad y el bienestar, y el cortisol, relacionada con el estrés, proporcionando un efecto calmante. Sentimientos de bienestar y autoestima, aumento natural de las defensas y reducción de la sensación de dolor son también consecuencias del hecho de besar.
En general, en el mundo de los negocios y de la política lo correcto no es besar, sino dar la mano. Cuando los besos se producen entre políticos suelen enmarcarse en el terreno de la diplomacia, la amistad o el cariño, y rara vez van más allá del protocolo y la formalidad. En alguna ocasión, sin embargo, algunos de los besos entre políticos tienen importantes significados, mientras que otros son simplemente meteduras de pata o, técnicamente, errores de protocolo. Es lo que le ocurrió a Obama en 2012 cuando en su visita a Birmania saludó a la Premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, con dos besos y un abrazo, del que Suu Kyi intentó zafarse discretamente. Este incómodo momento dio la vuelta al mundo y causó estupor en el país birmano, donde no está bien visto abrazar o besar a las mujeres.
Quizás el beso más famoso entre políticos es el “beso fraternal” que intercambiaron Leónidas Breznev, líder de la URSS, y Erich Honecker, jefe de la República Alemana Democrática el 7 de octubre de 1979. En el protocolo comunista el “beso fraternal” consistía en un gran abrazo seguido de tres besos en la mejilla. En casos excepcionales, si los protagonistas tenían una especial relación de amistad, los besos en las mejillas se podían sustituir por besos en los labios, como ocurrió en este paradigmático caso y que aún hoy puede verse en el grafiti del muro de Berlín firmado por el artista ruso Dimitri Vrubel al que acompaña la leyenda “Dios, ayúdame a sobrevivir a este amor letal”.
Esta muestra de amor no ha sido la única entre dos políticos. Mijail Gorbachov protagonizó una imagen similar también con Erich Honecker dos días antes de la caída del muro de Berlín. El papa Francisco, haciendo gala de su cercanía, rompió el protocolo eclesiástico que obliga a saludar a los pontífices con una reverencia, y besó a la presidenta de Brasil Dilma Rousseff.
Mohamed VI y don Juan Carlos muestran en público su afecto mutuo con besos y abrazos. Y el rey Guillermo de los Países Bajos y su esposa Máxima Zorreguieta besaron en su primera visita al Reino Unido a la Reina Isabel II, a la que según el protocolo no se la debe abrazar, tocar ni besar.
Gracias a la polémica campaña publicitaria de Benetton que lleva por título Unhate (contra el odio) hemos podido ver imágenes ficticias de líderes políticos besándose en la boca, entre ellos Barak Obama a Hugo Chávez y Nicolás Sarkozy a Ángela Merkel.
Un beso entre dos hombres no es motivo de escándalo, pero si se produce en el Congreso de los Diputados la cosa varía. Hay quien ha llegado a calificar como “cara de nada” los rostros de Luis de Guindos, Alfonso Alonso e Isabel García Tejerina cuando delante de ellos se besaron en la boca Pablo Iglesias y Xavier Domènech tras la intervención de éste último desde la tribuna. Ha sido el primer beso que se ha visto entre dos políticos en la historia del Congreso y, sin embargo, es un gesto bastante común en los movimientos sociales, donde sus miembros están acostumbrados a tocarse, abrazarse y besarse con naturalidad.
Para el experto Antoni Gutiérrez-Rubí, “Podemos ha cambiado los códigos. Muestran emociones y luchas compartidas, de alta intensidad, porque convierten la política en un acto heroico, y la heroicidad requiere emotividad”.
Otro significado distinto tienen los besos de los políticos a sus parejas, a caballo entre el afecto y el marketing político. En Estados Unidos nunca se había visto a la pareja presidencial besarse con tanta naturalidad hasta que llegó el matrimonio Obama. También en las manifestaciones públicas de amor los actuales inquilinos de la Casa Blanca se sitúan en las antípodas.










