Día D, el último esfuerzo para convencer a los indecisos

Un total de 6.541.722 andaluces estamos convocados hoy a las urnas para elegir al nuevo Parlamento de Andalucía. La jornada de votación es el final de toda carrera electoral, donde el trabajo de los candidatos es sometido a examen tras la campaña y la precampaña. El día de hoy se conoce en comunicación política como Día D.

De manera genérica, este término es utilizado por los militares anglosajones para indicar el día en el que se debe iniciar una operación de combate. El Desembarco de Normandía, llamada en clave Operación Overlord, fue la operación militar de las tropas aliadas en suelo francés que culminó con la liberación de los territorios de Europa Occidental ocupados por la Alemania nazi. Comenzó el 6 de junio de 1944, más conocido como Día D.

La trascendencia de esta operación ha hecho que acontecimientos de importancia, como unas elecciones democráticas, tomen genéricamente el nombre de Día D para reseñar el momento crítico que el hecho de la votación supone para un partido político.

Veremos en la tele hoy a los candidatos acudiendo a votar a las urnas, con mensajes que invitan a la participación y a vivir la jornada como la fiesta de la democracia. Y es que el Día D no debe ser concebido por parte de los partidos políticos como un día de espera. Para Alonso y Adell, la comunicación del candidato yendo a votar o siendo el foco de atención de los periodistas o de las personas allí convocadas puede ser un último esfuerzo para convencer a los indecisos o a los que hasta el último momento no se han planteado su voto.

El Día D también causa efecto en una de las tres estructuras del cerebro humano, el llamado cerebro de reptil, el del instinto. Éste cerebro es el más básico y simple, rechaza lo difícil, piensa en lo sencillo y claro, y sigue los instintos básicos (amor, sexo, comida o placer). Sobre la mayoría de los votantes que ya tienen decidido su voto no influye el predominio del cerebro de reptil el día D, pero sí puede actuar en los indecisos y en el voto débil. El Día D hay muchos elementos que pueden atraer al cerebro reptil del votante, fundamentalmente lo relacionado con el dominio, el territorio y el poder, de ahí que la presencia de candidatos y activistas durante la jornada electoral sea un elemento de persuasión para algunos votantes.

El Día D es la culminación de un largo y complejo proceso en el que los candidatos y sus equipos se han dejado sus fuerzas físicas, mentales y políticas. La confianza debe ser desterrada ese día; hay que concentrar todos los esfuerzos en ganar.

HOY EN LOS CUARTELES ELECTORALES SE ESTÁ MUY PENDIENTE DE LA PARTICIPACIÓN

Y, de hecho, para los partidos políticos es un día de gran ajetreo, en el que despliegan una gran logística con el objetivo de obtener el máximo beneficio electoral. Mientras los colegios electorales permanecen abiertos, apoderados e interventores tienen que controlar que las mesas se han constituido con normalidad, atender cualquier eventualidad que se produzca durante el día y, sobre todo, velar porque el proceso se desarrolle de manera limpia y con el menor número de incidentes posibles.

La sala de máquinas de los partidos se encuentra a pleno rendimiento y cualquier tipo de eventualidad es puesta en conocimiento de la junta electoral. Durante toda la jornada, en los cuarteles electorales se está muy pendiente de la participación, con conteos en distintos intervalos del día en cada una de las mesas de la circunscripción electoral. A partir de las primeras oleadas con los porcentajes de participación, los partidos empiezan a tener una aproximación de por dónde puede ir el resultado final.

El cierre de los colegios electorales y la apertura de las urnas es otro de los momentos críticos para interventores y apoderados en los colegios electorales, quienes actúan de testigos y garantes de que durante el recuento de papeletas no se producen alteraciones que obliguen a impugnar el resultado de la votación en la mesa. En las sedes electorales, tensa espera.

Y no es para menos. Se está decidiendo la gloria, y es ése un espacio reservado sólo para uno. Otros saben que tienen la espada de Damocles encima y puede que, cuando termine el recuento y las luces del salón se apaguen, se les acabe también el crédito político.

El padre de la consultoría política y electoral moderna, Josep Napolitan, escribió hace más de treinta años 100 cosas que he aprendido en 30 años como consultor político, la biblia de todo estratega y una publicación con plena vigencia muy recomendable para las personas que se dedican a la política.

En su sentencia 96 dice que las elecciones son como una venta de un solo día: “Si estás vendiendo coches, el cliente puede comprar su vehículo hoy, mañana, la semana que viene o el año que viene. Pero el candidato (producto) en unas elecciones (venta) está disponible sólo unas pocas horas de un solo día (el Día D). Hay que conseguir que la campaña está en su punto álgido lo más cerca posible del Día D. Puede ser incluso mejor tener un punto álgido tardío que uno temprano; como mínimo se estará moviendo en la dirección correcta el día de las elecciones”.

Concluye la jornada electoral. Noche de abrazos, celebraciones y lágrimas. La desilusión de unos es la esperanza del contrario por lo que el legítimo juego de las alianzas y los pactos postelectorales pueda deparar en el futuro. Termina el Día D y comienza el día D+1.

Día D, el último esfuerzo para convencer a los indecisos 1 - Charo Toscano

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