¿Por qué es tan complicado una alianza política?

La sociedad española está dando un ejemplo de madurez y comprensión durante esta pandemia. El comportamiento de millones de personas ha impedido decenas de miles de muertes, y son muchos los trabajadores que desde distintos sectores están haciendo posible que el país no se hunda durante el confinamiento. La clase política española dispone de la excelente oportunidad de devolver al ciudadano la confianza en sus gobernantes y esto pasa, irremediablemente, por la capacidad de alcanzar pactos y hacer posible un acuerdo de reconstrucción.

Vivimos una situación sin precedentes en la que los gobiernos, cada uno en su ámbito territorial, han de tomar decisiones rápidas sobre muchos aspectos. En este escenario se comenten errores, momento en el que se activa la crítica política.

Todos los partidos políticos hablan de mano tendida pero, dado el nivel de agresividad que estamos viendo a diario, tenemos que preguntarnos si esa voluntad de acuerdo es real o simple postureo para contentar a una población que reclama a sus políticos capacidad de diálogo y de acuerdos. Los expertos creen que no saldremos de esta crisis sin un gran acuerdo político y económico que implique a las grandes potencias, a las instituciones mundiales, a los gobiernos europeos y, aquí en nuestro país, a los partidos.

El debate en torno al consenso político se está centrando en la propuesta realizada por el gobierno sobre un pacto de reconstrucción económica y social al modo de los Pactos de la Moncloa de 1977 para sacar al país de una aterradora crisis económica. De la misma manera que la comunidad científica está compartiendo sus estudios y avances en la lucha contra el coronavirus, la sociedad española reclama el máximo consenso social y político para salir de esta crisis cuanto antes y con el menor sufrimiento posible, un acuerdo en el que todos tienen que poner de su parte. En opinión del periodista Ignacio Varela, “es un acto de soberbia loca despreciar la ayuda de la oposición como es un acto de traición disparar contra el piloto en plena tormenta”.

Gana-gana

Alianza, de la naturaleza que sea, significa la unión y el apoyo mutuo que se dan entre sí dos o más miembros del sistema que comparten intereses. Las alianzas son habituales en el sector empresarial y a veces supone casi la única manera de lograr el éxito en el emprendimiento.

La historia está plagada de grandes alianzas políticas para luchar contra un enemigo común o para alcanzar metas. Para que sea posible, lo fundamental es buscar las coincidencias entre quienes serán los posibles aliados y respetar ciertos principios: ser fieles y leales con los aliados y no tratarlos con prepotencia ni imposiciones.

El objetivo de un acuerdo entre dos o más colaboradores es conseguir un beneficio mayor a las concesiones que, necesariamente, tienen que realizarse. Si la lógica de la alianza es el “gana-gana” ¿cómo resulta tan complicado que las fuerzas políticas alcancen el consenso para luchar contra el virus que les está reclamando mayoritariamente la sociedad?

Ciertamente se trata de un proceso complejo, pero en situaciones excepcionales por las que atraviesa el mundo, bien merece la pena el esfuerzo. Partiendo del viejo proverbio africano “si quieres ir rápido debes ir solo, pero si quieres ir lejos, entonces debes ir junto con otros”, el experto en psicología política, Daniel Eskibel, desarrolla un interesante trabajo sobre las alianzas políticas en el que explica, entre otros aspectos, qué se gana y qué se pierde con este tipo de acuerdos.

Un aliado político es aquel que tiene puntos de contacto con quien pretende establecer la alianza. Se trata de puntos de contacto y no de una coincidencia al cien por cien, porque de ser así formarían parte de la misma organización.

En tanto que la coincidencia no es total, los acuerdos tienen que alcanzarse con alguien que piensa, que actúa y que es diferente. Percibir al otro como diferente es lo que complica el acuerdo y explica que construir una alianza no sea tarea sencilla, sino más bien un proceso arduo, lento, generalmente complicado y que nunca termina.

La dedicación permanente hace que la alianza política sea diferente de la negociación. Ésta concluye con la escenificación pública de un acuerdo, mientras que la alianza política requiere de negociación permanente mientras tenga vigencia. Los aliados tienen que negociar todo y a cada momento, y es un proceso que no se acaba nunca.

Las alianzas políticas son costosas, implican mucho trabajo y la obligación de aceptar conductas, formas de pensar y reacciones del aliado con las que se puede no estar de acuerdo. A pesar de ello, Eskibel considera que en política es vital contar con aliados “para que te ayuden a mirar, para que la mirada de ellos enriquezcan tu mirada y para que tu mirada enriquezca la de ellos” y porque, a pesar de los inconvenientes, “tener aliados es la única manera de llegar lejos”.

Desde el punto de vista ciudadano, necesitamos gobiernos que sepan gestionar la crisis y partidos políticos en la oposición que sean capaces de aportar ideas para mejorar la acción de gobierno. En un país sumido en una situación de guerra, tal como nos transmiten las propias autoridades, lo menos oportuno es la crispación y una política de corto alcance que sólo debilitará a quienes la practiquen. “De la capacidad de hacer acuerdos y alianzas depende enteramente del destino político de candidatos y partidos”, recuerda Eskibel.

Con las miras puestas en la recuperación, la sociedad española reclama políticos con sentido de estado que construyan consenso social y político para evitar fracturas que agraven la extrema dureza de la situación actual. “La alternativa es el infierno”, afirma Varela.

El comunicador Manuel Campo Vidal hacía estos días un llamamiento a la cordura: “Crítica sí; es necesaria para construir. Demolición por ambición de poder, es deleznable”.

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